viernes, 20 de noviembre de 2009

ANTICIPO: "EL PARAISO", UNA BIEN ELABORADA PUESTA EN ESCENA DE ALFREDO MARTIN

La Prensa Espectáculos
Oscuro objeto de más de un deseo
19.11.2009

Ficha técnica:
"El paraíso", de Alfredo Martín, inspirada en el cuento "La virginidad", de Witold Gombrowicz. Dirección: Alfredo Martín. Escenografía: Alejandro Alonso. Vestuario: Ana Revello. Iluminación: Varinia Anzorena. Música: Gustavo Twardy. Actores: Marcelo Bucossi, Rubén Di Bello, Julia Funari, Pedro Jerez, Fernando Lozano y Majo Pérez Colman. Andamio 90 (Paraná 660), viernes a las 22.30.

Ambientada en la década de 1930, la pieza remite a un matrimonio con una hija adolescente, a la que cuidan y miman, pero detrás de ese cariño que le profesan a la chica, puede leerse un sutil grado de perversión.
La chica conciente de ese hecho, aunque no tan claramente, sabe que ser hija única le concederá el privilegio de una serie de caprichos. Aunque la dedicación de los padres, no quita que tenga un precio. Eso se dilucidará poco después con la aparición de un joven, que se desempeña en la Aeronáutica. Casi sobre el final se aclarará los por qué de esa presencia en la casa.
Inspirada en el cuento "La virginidad" de Witold Gombrowicz (Polonia 1904, Francia, 1969), el director y dramaturgo Alfredo Martín, le otorga a su pieza elementos que hacen al teatro del absurdo, al que le suma una cuota de sutil ironía, que ha sido bien traducida a través del sólido equipo actoral con el que cuenta.
Es precisamente a través de un leve y punzante marco irónico, por el que se desliza la puesta para hacer de la virginidad de esa niña, un objeto de culto por parte de sus padres.

LOS CAPRICHOS
A la vez que son sus mismos progenitores, los que aspiran a entregar a su hija al mejor postor, en este caso un uniformado, que obnubilado por la supuesta belleza de la criatura, es capaz de aceptar hasta los caprichos más delirantes de esa muchacha.
Otro elemento interesante que sobrevuela la pieza es el sentido clasista, el desafío a las convenciones religiosas y el tratamiento que se hace de un "afuera" contaminante y peligroso, al que es mejor no enfrentarse, ignorarlo y resguardarse en la propia casa, imaginando a ésta como una fortaleza infranqueable, hasta que como el agua que corre, ese afuera se desborda y termina ingresando en ese supuesto "paraíso", en el que hasta el perro logró cambiar su carácter juguetón, por un ladrido más triste.
Hay un humor corrosivo que pone en cuestión la perversión subyacente en esa familia que representa claramente a un sector de la sociedad argentina, que conviene no revelar, para no anticipar el final, que ha sido muy bien tratado por Alfredo Martín en su puesta en escena.
Con bien equilibrado nivel interpretativo, no puede decirse que una actuación esté mejor que otra, cada uno en su personaje consigue una sólida cuota de lucimiento, dentro del amplio panorama de sentimientos que contiene la obra.

Juan Carlos Fontana

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